A fines de agosto de 1932, camino al Congreso de Wiesbaden, Ferenczi se detiene en la casa de Freud. Pese a las advertencias de éste, en el sentido de abstenerse de publicar nada de sus últimos descubrimientos, lleva consigo su último artículo, síntesis de su trabajo clínico de los últimos años. Ese trabajo será conocido, muchos años después, bajo el título Confusión de lenguajes entre los adultos y los niños. Lee su artículo a Freud, el mismo que expondrá ante todos sus colegas en la conferencia inaugural del XII Congreso de la IPA. La recepción de Freud es fría y distante. No menos fría y distante la acogida por parte de sus colegas en Wiesbaden. Una afrenta clave a su estado de ánimo, en el devenir acelerado de su enfermedad fatal, sólo meses después. Freud quería que él fuese el Presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional a ser electo en ese Congreso; sin embargo, Ferenczi se oponía por no estar en ese momento en condiciones de preservar el edificio teórico clínico del psicoanálisis. Se sentía impulsado por la necesidad de entrar de lleno en las turbulentas aguas del inconsciente, de la situación analítica real con cada una de sus pacientes, buscando nuevas respuestas, absteniéndose de la teoría y práctica conocidas, sin más referencias que sus intuiciones clínicas basadas en la escucha y compromiso total con cada paciente para conseguir el anhelado alivio al dolor psíquico.

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En el Epílogo del Diario Clínico, Pierre Sabourin dice: No es un libro como cualquier otro, sino un acontecimiento que conmueve nuestros hábitos de pensar, un acontecimiento feliz para los psicoanalistas.

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Leer el Diario Clínico, de Ferenczi, es eso, una experiencia que conmueve. En cada entrada se siente su convicción en lo que hace, no desde lo teórico, siempre en cuestión, sino desde su compromiso emocional, con cada paciente y consigo mismo. La conmoción se siente al ir entrando en aguas profundas, en Ferenczi, sus pacientes, sus vínculos y nuestra relación, como lector, con todo aquello, sumado a nuestras propias evocaciones, una red de la que es imposible salir o entrar, en la que hemos sido arrojados, sea uno consciente o no de esto. Tener esta experiencia juntos, me parece, es construir una forma actual de entender los inconmensurables aportes de Ferenczi, su relación con la incertidumbre, con el no saber y con su siempre claro fin de ayudar a sanar el dolor psíquico de los pacientes.

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En el psicoanálisis contemporáneo ya son parte de la matriz de significantes teórico clínicos, conceptos tales como trauma, disociación, enactment, autodevelación, etc. Cuyos primeros emergentes datan de la época de las exploraciones radicales de Ferenczi, hace ya casi un siglo.